miércoles, 20 de noviembre de 2013

Sociedad sin valores

Ayer tuve la oportunidad de estar con un gran periodista que me planteó su enorme preocupación ante nuevas inversiones que estaba haciendo el Ayuntamiento donde estábamos. Se preguntaba el sentido de ese gasto y lo justificaba, por decirlo de alguna manera,  con "el trinque". Me contó cómo a lo largo de sus más de 30 años de profesión había ido viendo una degeneración total en el comportamiento no sólo de la clase política sino de la sociedad en general. Él auguraba un duro futuro a nuestros hijos en una sociedad que avanza en la decadencia por la pérdida de valores dónde ya sólo importa uno mismo.
 
Antes de poner el dedo acusador en alguien de nuestro entorno, en la clase política, en las conductas de quienes influyen en la sociedad de una u otra forma, debemos hacer un análisis introspectivo. Ver cómo cada uno de nosotros se comporta en su día a día. Cada uno es un fiel reflejo de la sociedad que nos ha tocado vivir, una sociedad en la que la pérdida de valores humanos nos lleva directamente a una deshumanización de la sociedad. Ya no damos valor a cosas que, en otro tiempo, eran pilares en nuestra forma de actuar. Podemos hablar de muchas cosas: el valor de la vida, el esfuerzo, la generosidad, el mirar por los de al lado, la educación, la imagen,... vivimos inmersos en conductas antisociales que tienen multitud de consecuencias en el desarrollo diario como personas y como sociedad siendo la corrupción una de estas lamentables consecuencias.
 
Aristóteles critica en la “Política”, al idealista Platón por que este había diseñado una republica ideal en la que no caben ni el afecto, ni la propiedad; los únicos sentimientos -explica Aristóteles- son capaces de mover a los seres humanos.
 
El vacío de los valores es el vacío de algo cuya razón de ser no es nada gracias a la racionalidad económica que lo ha invadido todo. Nada vale por si mismo sino por su utilidad y los seres humanos nos convertimos en meros competidores. En definitiva, estamos en una sociedad en donde sólo lo cuantificable es y se convierte en un objeto y un fin.
 
Frente a esta pérdida de valores, la clase política tiene un enorme papel que desarrollar. Necesitamos políticos que impriman en la sociedad unos valores que antaño imperaban buscando únicamente el beneficio y bienestar de los ciudadanos a los que se deben. Debemos dejarnos de rupturas con lo pasado vendiendo que es progreso. La búsqueda de una sociedad laicista sólo nos va a llevar a neutralizar, cada día más, los sentimientos.
 
La juventud busca modelos de referencia en los que apoyarse. No cuenta con decir cosas sino también hay que vivirlas. Pensemos en los modelos que pueden tener hoy en día las personas que se están formando en colegios, universidades,... Está muy claro que lo que hagamos hoy, a todos los niveles, será la sociedad del futuro. Y está en nuestra mano.

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