lunes, 14 de octubre de 2013

El Plan Estratégico (Segunda Parte)

A lo largo de anteriores entradas en ese blog, hemos ido viendo diferentes características de la comunicación de un candidato político o partido de cara a unas elecciones, contando con que este proceso se realiza con el suficiente tiempo de antelación que permite trabajar la imagen en cada uno de los públicos de interés.  En cuanto a la realización y ejecución de un plan estratégico bien articulado y definido, nos facilita:
 
  • Actuar sobre información científica que obtendremos en los estudios sociológicos que preparemos "ad hoc" para obtener el mayor número de información que nos sea de interés de cara a los objetivos finales de la campaña electoral y al trabajo en cada una de las audiencias que definamos de interés estratégico.
  • Contar con una estrategia clara. Una estrategia básica como punto de partida sobre la que ir articulando los diferentes mensajes. Una línea sobre la que ir ejecutando las diferentes acciones.
  • El mensaje lo hemos interrelacionado con la opinión pública.
  • No existe la dispersión. Todo está medido, analizado, pautado. Lo que se salga de las líneas marcadas no sirve para nada y supone perder tiempo y dinero.
  • Mantenemos un seguimiento. Evaluamos las acciones que vamos desarrollando y tratamos de ajustar las tendencias que nos encontramos en el mercado electoral.
  • Facilita y prevé el manejo de eventuales crisis. Todas las debilidades de nuestro candidato están contempladas en el plan con lo que siempre tendremos un plan de contingencia preparado ante la posibilidad de que esas debilidades se filtren a la opinión pública con el objeto de crear una crisis de imagen de nuestro candidato o partido. Al estar contempladas en el plan, tendremos las correspondientes acciones enfocadas a minimizar esas crisis y volverlas de nuestro lado tratando de convertirlas en oportunidades de crecimiento.
  • Hay un mayor control en el logro de los objetivos. Nos presentamos a un proceso electoral con todos los mimbres asentados y los objetivos definidos. Los objetivos tienen que ser siempre reales con lo que el control del logro de los objetivos que definamos a corto, medio y largo plazo son fácilmente evaluables.
  • Permite persuadir con base científica en cada uno de los posibles escenarios en los que nos podemos encontrar. Esta persuasión es fruto del conocimiento que tenemos del conjunto de agentes del tablero electoral. Persuadir implica tratar de modificar esa percepción en los distintos públicos y diferentes escenarios para lograr que se comporten, en la mayoría de los casos, como nosotros tenemos definido.
 
Es importante tener en cuenta que el plan estratégico hay que redactarlo en las primeras fases de la campaña. Preferiblemente con un año y medio como mínimo de antelación. Se redacta cuando el consultor conoce bien el terreno, conoce al candidato y sabe de sus contrincantes, conoce quiénes están involucrados a nivel interno en el proceso así como poder cuantificar el esfuerzo, los recursos, las acciones, los estudios a realizar,… Este momento inicial es fundamental en el desarrollo de la campaña porque nos va a permitir, entre otras cosas, diseñar y definir los estudios sociológicos, geomarketing, y demás análisis cualitativos que nos sitúen en el escenario real en el que nos encontramos.
 
Un plan estratégico nunca marca las líneas políticas. Es importante que tengamos en cuenta que el consultor nunca hace política, eso es cosa de los políticos.
 

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